Reseña y análisis de la película francesa Ser digno de ser.
Ser digno de ser, el plano general con un halcón sobrevolando las montañas. Un paisaje que alterna la fotografía color sepia y denuncia por medio de una voz en off, la historia de los judíos Falashas Etíopes que ansiaban llegar a Jerusalem. Esta es una historia, una terrible realidad que revela como una gran cantidad de personas deben dejar su lugar de origen con la esperanza de llegar a: ¿ser dignos de ser?La otra historia comienza en el primer plano de una mujer, Hana, en una aldea de Sudán, que padece la muerte de su hijo en sus propios brazos. Esta escena es conectada gracias a la mirada de la madre cristiana de Kushin, una mujer fuerte que a perdido a casi toda su familia y tiene como objetivo fundamental salvar la vida de su hijo, salvarla de la miseria y de la falta de salubridad del lugar. De este modo decide mandar a su hijo de nueve años con Hana hacia Jerusalem, haciéndolo pasar por judío y reelaborando toda la historia de vida del niño, quien aprende con perfección y repite hasta el cansancio a personas ocupadas en saber su origen para aceptarlo en la comunidad.
Pero esta historia transciende el judaísmo el cristianismo y todos los “ismos” que se quieran agregar. Porque Kushin bajo el nombre de Schlomo (Salomón) nunca olvida su origen, pero en el correr de su vida tiene que aceptar ser moldeado y aculturado. Una vez que, Schlomo es adoptado por una familia de origen francés, conoce realmente a la sociedad, atraviesa por ser discriminado racialmente y por la sospecha de gran parte de su entorno sobre su verdadera religión, el cristianismo.
Durante todo el film el director deja bien claro que no le interesa ofrecer una visión pro alguna religión, o pro alguna raza en particular. Simplemente quiere destacar la polifonía que se genera a partir de la lejanía del origen y de la transculturación que sufre el ser humano hoy. Pero nada sería del film sino explotara la formalidad del espacio y el tiempo.
El director utiliza una gran cantidad de primeros planos, resaltando desde el sufrimiento de Hana cuando pierde a su hijo, hasta el momento en donde Schlomo ya “adaptado” mira a los ojos de las personas. También es destacable el hincapié que hace el plano detalle de los pies de Schlomo, cuando se descalza para sentir el contacto con la tierra como lo hacía en su pueblo natal. Además trabaja con la contraposición del color dentro del film, por un lado destaca la noche con tonos más bien azulados y fríos, resaltando de modo metafórico, a través de la luna, el envejecimiento de la madre de Schlomo, su perdida de los ritos y costumbres y por sobre todo el dolor que esto le provoca, y por el otro se centra en los tonos sepia y rojizos para recomponer la estética fotográfica documental que expone en el comienzo de la película.
El manejo del tiempo si bien es lineal, se desarrolla con una gran cantidad de elipsis proporcionando un ritmo ágil que busca destacar los momentos más difíciles que el protagonista debe experimentar. Un elemento que articula toda la historia y refleja un crecimiento en el interior del personaje son las cartas que él le escribe a su madre. Aquellas cartas que con el paso del tiempo van adquiriendo un tono cada vez más poético.
Es allí donde Schlomo es digno de ser, cada vez que logra conectarse con su origen, por medio de la tierra, representante del espacio, o las cartas, representantes del tiempo. Todo instaurado dentro de un film que pretende por medio de una historia particular reflejar la verdad de todo un pueblo. Un film que mezcla el documental y la ficción porque no cree que se encuentren tan lejanos. Por eso creemos que esta vez el cine se ha tomado el trabajo de no discutir quien es más verdadero, si la ficción o el documental, si no utilizar ambos modos para brindar un punto de vista.
Por: Jimena Trombetta
El título de la película es en francés: “Vas, vis, et deviens”. La traducción es: “anda, viví y sé”. Interesante traducción porque es la pregunta que guía al niño durante la película y es lo que él interroga a su madre. ¿Qué habrás querido decir con sé, qué es ser? Ese mandato materno se transforma en un enigma para este niño y lo va resolviendo en los tramos finales de este excelente film.
Deviens es devenir, que devengas, que seas. Es interesante esta traducción porque es la pregunta que guía al niño durante la película y es lo que él interroga a su madre. ¿Qué habrás querido decir con sé, qué es ser? Ese mandato materno se transforma en un enigma para este niño y lo va resolviendo en los tramos finales de este excelente film.
Trataremos de ubicar en las diferentes escenas los tres verbos del título que implican su vertiente imaginaria, simbólica y real.
Película conmovedora, hablada simultáneamente en varios idiomas: francés, hebreo y tunecino. Narra el éxodo en 1984 de varios miles de africanos hambrientos y amenazados, y un vasto proyecto llamado causalmente “Operación Moisés” cuyo objetivo es llevar a Israel a los etíopes judíos. Causalmente porque el destino de un pueblo conducido por un proyecto o por un hombre, depende no sólo de las intenciones del líder sino de las marcas que se inventa cada cual para sobrevivir, a veces a costa de la muerte de ese padre. Padre imaginario, tal vez condición necesaria para que un pueblo pueda ir en busca de sus propias huellas. No es sin Él pero tampoco con Él. Esa caída es del orden de lo inevitable para que un sujeto o un pueblo puedan sustraerse de sus mandatos o ideales y construya los propios.
En esta operación de liberación, la acción transcurre en los campamentos africanos. Una madre que estaba en esos refugios, de religión cristiana, obliga a su hijo de tan sólo 9 años a embarcarse hacia Israel haciéndolo pasar por judío.
En el primer tramo del viaje a Israel, una “madre” judía etíope a quien se le había muerto su hijo en esta travesía, lo recoge y le inventa una genealogía, tal vez la de su propio hijo, para que en el momento de ser “interrogados”, humillados como seres humanos y tratados como delincuentes por el Departamento de Inmigraciones israelíes, puedan entrar a la “Tierra Prometida”.
Vas, imaginario “vis, et deviens”
Trabajaremos este primer enunciado del orden de lo imaginario, anda, y veamos cómo nuestro protagonista “anda por la vida”.
Esta madre africana muere y él queda solo en un país en el que no conoce nada. El concepto de la nada no está mejor aplicado. La película transmite el desamparo absoluto, la pérdida de todo referente conocido para un niño de esa edad: idioma, rostros conocidos, la vestimenta, la alimentación, la manera de comer, todo es orfandad y muerte, por lo tanto es necesario adaptarse lo más rápido que se pueda para sobrevivir. Es llevado a un campamento e inmediatamente adoptado por una familia francesa-sefardí que vive en Tel-Aviv.
Hay una imagen que acompaña al niño en muchos momentos, él la homologa a la aparición de su madre: la noche y la luz de la luna. Esa luna blanca que retorna en la mirada de ese niño, es un momento de apaciguamiento frente a tanto desvalimiento. El niño negro “anda” por la vida sin encontrar su rumbo.
El personaje, bautizado Schlomo, recibe buenos cuidados por esa familia, es mimado, alimentado, vestido y enviado al colegio donde aprende un nuevo idioma: el hebreo.
Es destacable, en la película, el marco institucional de atención y reparo frente a un niño que no puede aceptar ese destino: ser huérfano cuando no lo es, y ser judío cuando tampoco lo es. Se reúnen los directores, psicólogos, asistentes sociales de estas instituciones para evaluar qué hacer con un niño que “se escapa” y que además es notorio su desinterés por permanecer en Israel. A pesar de estas indisciplinas se lo entiende y se intenta acompañarlo. Las instituciones responden simbólicamente frente a la violencia de un niño. Responden con palabras y actos adecuados a la responsabilidad de las organizaciones de un Estado.
Él, nuestro niño es negro, nacido en Etiopía. Esa es hasta ahora, su verdad.
A pesar del buen trato, el niño no renuncia a sus marcas africanas: mirar y dialogar con su luna y descalzarse. En el colegio se oculta en los recreos y en la calle se quita las zapatillas y busca con desesperación el contacto con la tierra, dos elementos que seguramente, hasta ahora, lo conectan con Etiopía y su madre.
Schlomo aparenta adaptarse, pero no prueba bocado en la mesa de su “familia”, va a la sinagoga y cuando le preguntan quién es Dios, Jesús es pronunciado con total convicción por nuestro protagonista. Hasta que un día, observa imágenes en la televisión y en un noticiero israelí escucha que un religioso etiope, reza por todos los de su raza y también “por los que se quedaron en Etiopía”.
Hasta este momento hemos hecho un recorrido subjetivo del registro de lo imaginario de nuestro pequeño héroe.

Va, vis, simbólico... et deviens
A partir de ahora, tomaremos escenas donde se despliega el registro simbólico: “viví”, en palabras de su madre, sentido que rompe con lo esperado, creando un nuevo sentido para el sujeto, conformándolo en sujeto del inconsciente, y por último el real, aquello incognoscible que se bordea intentando poner alguna palabra.
En esa frase escuchada por un rabino a través de una imagen televisiva, Schlomo encuentra una esperanza de encuentro con su madre. “Mi madre está en Etiopía y este sacerdote rezó por ella”. Esta frase lo lanza a la búsqueda de ese rabino africano judío.
Este es uno de los momentos decisivos de la película. Se produce el contacto con este personaje y Schlomo le implora que le escriba una carta a un campamento en Etiopía. Y en el dictado de esa carta dirigida a su madre él descubre una razón para vivir, y no sólo sobrevivir.
En la escena que continúa se lo ve a Schlomo sentado en la mesa y comiendo con el resto de la familia. Puede “incorporar” lo desconocido porque él ya tiene otro alimento: las letras dirigidas a su tierra-madre.
Esas cartas se suceden y él termina escribiéndoselas mientras que el sacerdote que había perdido a un hijo lo observa cariñosamente en cada encuentro. Este personaje querido por Schlomo ocupa el lugar del Nombre del Padre. Aquel que le permite acceder a su escritura, lo nombra y lo reconoce africano de Etiopía, y además hace corte con su historia “falsa” de hacerse pasar por un judío. Entre ellos hay una verdad medio dicha, no hacen falta todas las palabras para dar cuenta de sus marcas. Hasta que Schlomo le confiesa la verdad a su querido “padre”.
Freíd reconoce el papel significativo de la confesión. Ella produce una legitimación, el sólo hecho de que alguien que ocupa un lugar simbólico para un sujeto, el que lo reconoce como tal, pueda oír tal confesión, le hace sentir a este niño en particular que “eso” puede ser escuchado y no censurado. La confesión cumple la función, además, de incorporar a la vida normal ese retazo de su vida que se mantuvo hasta ese momento oculto, desechando la idea todo el tiempo por miedo a ser rechazado, repudiado.
El niño crece, descubre el amor y la cultura occidental al mismo tiempo que la guerra en los territorios ocupados árabes-israelíes. Es rechazado por el padre de la jovencita que lo odiaba por ser negro, Schlomo se juega nuevamente con sus letras. En una sinagoga donde estaba presente el padre de la niña, tres niños tenían que argumentar por qué Adán era blanco, leyendo el Talmud. Cuando es el turno de Schlomo comienza diciendo “lo primero fue el verbo”, no importa el color de piel de Adán, sino la posibilidad de hablar, de diferenciarse de los animales, el tener lenguaje es lo que une al universo de los hombres. El joven emite un enunciado pleno: no sólo hay un verbo, sino también un sujeto, un nombre. Si queremos hablar de color, agrega nuestro pequeño héroe, el hombre es rojo, el color de la tierra. Es ovacionado por todos los concurrentes. Nuevamente apela a la palabra y a su acto y esto rompe con lo esperado por los demás.
Schlomo se constituye una y otra vez en un sujeto del inconsciente. Aquel que provoca una sorpresa rompiendo el sentido de lo esperado. El inconsciente conmueve, mueve los cimientos del discurso convencional y de palabra vacía.
Estaba cumpliendo con la frase de su madre: anda, viví, y aún le falta la última: ser.
A pesar de los lazos afectivos con su nueva familia, sobre todo con su abuelo adoptivo sefardí que le cuenta historias parecidas a los africanos, y estar enamorado de esa joven, Schlomo quiere encontrar un lugar en la vida. Un lugar digno, un lugar subjetivo. Decide estudiar medicina y lo hace en París. Pese a sentir que una flecha lo había atravesado, pese a la soledad que sentía en París, se recibe y regresa a Israel con su título.
Pero no cesa allí su búsqueda, se casa con la mujer de su vida y se enrola en Médicos de Mundo, un lugar en el mundo donde las fronteras no existen. Allí se puede ser, judío, israelí, francés, tunecino. Médico de Mundo es su nombre, él decide ser esa torre de Babel a través de la medicina.
Puede contarle a su mujer la verdad de su filiación y por eso decide ir en busca de su identidad, acompañado desde lejos por su mujer que nunca dejó de amarlo.

va, vis et... deviens real
Llega a través de esta misión a los campos de refugiados africanos y en un momento encuentra, entre tanta gente, la mirada y un gesto típico de su madre, taparse una parte de su cara con el pañuelo que le cubre la cabeza. Simultáneamente recibe una llamada de su mujer comunicándole que ha sido padre. De hijo se pasa a ser padre y un hijo se abraza con su madre. Va acercándose a ella y cuando esto se produce se escucha, como saliendo de la pantalla, un gemido de dolor envolviendo el vacío de todo el cine, como un aullido irrepresentable, irreproducible. Es en una ráfaga de segundo el encuentro con la Cosa, el Das-ding, aquello que ex-siste al sujeto y al mismo tiempo lo consiste en la cadena de significantes.
Ese grito bordea ese vacío que, a pesar de ese encuentro furtivo, nunca se va a llenar.
No encuentro palabras para reproducir ese grito desgarrador de una madre que encuentra a un hijo en un abrazo desesperado y de despedida. “Encuentro” con lo real, aquello insoportable que es la vivencia de lo siniestro, de lo unheimlich.
A todas las madres que no están con sus hijos y no pueden abrazarlos porque las guerras e injusticias de los hombres se los han arrebatado, mi más sincero homenaje.
Por: Mónica Santcovsky
FICHA TÉCNICA
Título original: Va, vis, deviens
Título en Argentina: Ser digno de ser
Director: Radu Mihaileanu
Guión: Radu Mihaileanu
Intérpretes: Yael (Yael Abecassis), Yoram (Roschdy Zem), Schlomo niño (Moshe Agazai), Schlomo adolescente (Mosche Abebe), Schlomo adulto (Sirak M. Sabahat)
Música: Armand Amar
Fotografía: Rémy Chevrin A.F.C.
Edición: Ludo Troch
Productora: Oï Oï Oï Productions
Producción: Francia, Bélgica, Israel, Italia
Duración: 140 min.
Año:2005